La fibromialgia es un cuadro clínico caracterizado por dolor generalizado, fatiga, alteraciones del sueño y algunos otros síntomas menores.
La fibromialgia tiene un efecto importante sobre la calidad de vida de las personas que la padecen. Afecta más frecuentemente a mujeres que a hombres y su causa permanece hoy en día desconocida. Se ha hablado de reacciones a compuestos químicos, alteraciones en los receptores de sensibilidad, anomalías del sistema autoinmune y otras situaciones que pudiesen producir el cuadro clínico. No obstante, ninguna de estas teorías ha podido demostrar hasta el momento el ser la causa única de la fibromialgia.
Tampoco existen pruebas complementarias, de laboratorio o radiológicas, que ayuden en su diagnóstico, por lo que éste se basa únicamente en el cuadro clínico del paciente y la exploración física.
Precisamente debido al desconocimiento que hay sobre ella, no existe un tratamiento específico, siendo el manejo de los síntomas la base de las medidas habitualmente empleadas.
Desde los fármacos utilizados en la ansiedad y la depresión, pasando por analgésicos y neuromoduladores hasta las infiltraciones o las infusiones endovenosas, se han utilizado múltiples fármacos solos o en combinación.
Hasta el momento no ha habido una respuesta general favorable a ningún tratamiento en concreto, y es necesaria una evaluación de cada caso en particular para establecer la mejor pauta de acuerdo con las características de cada paciente.
Es siempre importante analizar en cada tratamiento, los posibles efectos secundarios que los fármacos empleados puedan ocasionar, para evitar más problemas al paciente de los que ya padece.
Un ejemplo de esto es el uso de opioides mayores (derivados de la morfina) en el tratamiento de este cuadro clínico. Actualmente todas las sociedades científicas, incluyendo la Sociedad Catalana de Dolor, desaconsejan estos fármacos para los pacientes afectos de fibromialgia si no es absolutamente imprescindible.
